Lo bueno, lo malo y lo feo de Sleeping Dogs

15.09.2012 15:42

Muchos proyectos en la industria de los videojuegos no llegan a ver la luz, quedando a medias casi siempre por falta de presupuesto. Sleeping Dogs pudo haber sido uno más de estos títulos. Pero felizmente no fue así.

Este juego se llamaba originalmente True Crime: Hong Kong, tercera entrega de la conocida saga de la pasada generación. Pese a la promoción inicial, Activision decidió cancelarlo. Square Enix optó por salvar el producto y encomendó a United Front Games su desarrollo.

Lo bueno
Nosotros controlamos a Wei Shen, un policía que regresa a Hong Kong procedente de Estados Unidos para embarcarse en una misión especial: infiltrarse en las tríadas hongkonesas para poder identificar a los cabecillas.

Como es de imaginarse, Shen empieza como un simple peón y nuestra misión será ir escalando jerárquicamente dentro de la banda, con misiones en las que irá creciendo nuestro prestigio.

A la par, tendremos misiones específicas para la Policía, en las que deberemos resolver casos (también relacionados con la tríada). La solución de estos encargos repercutirán en un mejor nivel como efectivo del orden.

Acá me permito aclarar que en Sleeping Dogs no tenemos una suerte de disyuntiva moral (¿alguien dijo inFAMOUS?) que nos llevará a desenlaces distintos si resolvemos los encargos policiacos o los de las tríadas.

En Sleeping Dogs, tener un mayor prestigio, ya sea como delincuente o como policía, tiene sus beneficios en el juego, pero no influye en lo más mínimo en la historia ni en el desenlace del juego.

Sleeping Dogs es un sandbox típico, bastante inspirado en la saga Grand Theft Auto y, valgan verdades, cumple su cometido. Estamos ante un mundo abierto bastante variado, en el que tendremos muchas cosas que hacer, con misiones secundarias, coleccionables y secretos.

Pero un aspecto que marca la diferencia respecto a la saga de Rockstar es el combate cuerpo a cuerpo, que en este juego tiene un gran protagonismo. Wei Shen es un experto en artes marciales y con bastante asiduidad tendrá que hacer frente a peleas, muchas de ellas contra hordas de enemigos. El sistema de combate es simple, pero profundo. Si buscan una referencia, diría que imita bastante bien a los Batman de Rocksteady.

Como buen sandbox, Sleeping Dogs cuenta con una variada banda sonora, que nos acompañará sobre todo cuando estemos dentro de algún vehículo (sea una motocicleta, un coche o un bote). Hay diversos grupos y estilos musicales, divididos en sus respectivas estaciones radiales. Por gustos personales, siempre sintonizaba Roadrunner Records.

En la misma tónica, debo resaltar el trabajo de los actores de doblaje en inglés (el juego viene con subtítulos en español). Will Yun Lee, Tom Wilkinson y hasta la bella Emma Stone aparecen entre los créditos.

Lo malo
Las misiones secundarias le dan variedad al juego, lo admito. No obstante, hubiese deseado más variedad en estos encargos, ya que varios son calcos entre sí, lo que hace algo cansino estar repitiendo una y otra vez lo mismo.

Entre las misiones secundarias, destacan las carreras ilegales, un agregado bastante interesante y que saludo sobremanera. Sin embargo, pese al protagonismo que tienen estas competencias, creo que se debió trabajar más en la física de los vehículos.

Algunos choques son tan irreales que parecen Hot Wheels virtuales que rebotan contra superficies o se vuelcan en pleno asfalto. En la misma tónica, los saltos con motocicleta parecen realizados en la Luna, por esa sensación de ingravidez que otorgan.

En una clara crítica a las políticas en Estados Unidos, en cierto momento del juego le advierten a Wei Shen que “las armas no abundan en Hong Kong”. Y eso se ve reflejado en toda la campaña. Tendremos a nuestra disposición pistolas, escopetas, rifles y hasta lanzagranadas, pero este armamento solo se utilizará cuando la misión lo requiere.

Si bien esto puede ser tomado como algo bueno o malo, dependiendo de lo que buscas en el juego, creo que lo negativo radica en el pobre nivel de los tiroteos. Los enemigos tienen reacciones torpes, a veces inexplicables, que los dejan expuestos para ser ultimados con facilidad. Por momentos me parecía inútil el agregado de una suerte de ‘tiempo bala’ para hacer más sencillos los tiroteos.

Pese a las misiones secundarias y los muchos coleccionables (algunos muy curiosos, como encontrar sitios para rezar), considero que el juego es corto, teniendo en cuenta que es un sandbox. Terminar el juego no me demandó más de 15 horas, pese a que completé bastantes encargos secundarios.

Parte de este problema radica en el bajo nivel de dificultad del juego. Tal parece que los desarrolladores buscaron que el reto lo ponga cada jugador, al cumplir parámetros dentro de la misión (como no matar a civiles o evitar destruir propiedad pública). De lo contrario, no encuentro mayor inconveniente en pasar el juego.

Lo feo
El apartado gráfico de Sleeping Dogs presenta claroscuros, ya que hay algunos elementos positivos, pero también hay de los otros. Así, el diseño en conjunto de Hong Kong está muy bien logrado, y algunos efectos, como las pistas mojadas, son bastante creíbles.

Sin embargo, en otros aspectos, como el diseño de personajes (enemigos con poco detalle y, para colmo, clónicos), las animaciones (especialmente las faciales) y la iluminación, dejan mucho que desear.

Lo que menos me gustó fue la utilización de fotografías (así como lo leen) para rellenar los fondos en tiendas y establecimientos de Hong Kong. Esta ‘técnica’, para evitar diseñar parte del escenario, no la veía desde la pasada generación. Sin duda, un grueso punto en contra para el juego.

Conclusión: Sleeping Dogs es un producto interesante, que viene a llenar la falta de un buen sandbox en el mercado. Si bien tiene sus falencias, creo que el balance final es positivo. Saludo sobremanera el trabajo de United Front Games, que sacó este videojuego del abandono, y no lo hizo nada mal. Si eres fanático de los sandbox y la espera de Grand Theft Auto V se hace insoportable, te recomiendo tomar en cuenta Sleeping Dogs.